Mi experiencia en el Hospital Israelita, Servicio de Psicopatología dirigido por el Dr. Ricardo Avenburg

Lic. Mirta Braier

Revista Sinopsis

Colección Hospital Israelita EZRAH. Archivo Histórico Fundación IWO.


Hace muchos años inicié mi carrera profesional como Psicóloga, y la experiencia que marcó mi formación como Psicoterapeuta, amplia y rigurosa, la realicé en el Servicio de Psicopatología del Hospital Israelita dirigido por quién fue mi querido maestro el Dr. Ricardo Avenburg. En ese entonces, una época muy difícil para nuestro país, ya que transcurría la dictadura militar, Ricardo creó un servicio modelo donde nos formábamos en Psicoanálisis y brindamos un servicio de excelencia a la comunidad dentro de un hospital general con diversas especialidades. El Servicio parecía una isla en un contexto muy adverso para la sociedad y para nosotros como trabajadores y profesionales de la salud mental.

Nuestra formación fue amplia con referentes muy prestigiosos, con quienes aprendimos a trabajar, supervisar y desarrollar, teoría y práctica del quehacer psicoanalítico, todo ello coordinado por Ricardo, Director General. Entre otros puedo nombrar a los doctores: Apter, Leonardo Goijman, Marilú Pelento, Elvira Nicolini, y muchos otros maestros del Psicoanálisis.

El trabajo en el Servicio requería compromiso, disciplina, y una concurrencia diaria de 7 horas. También los sábados eran los días de ateneos de pacientes que presentábamos cada uno de los integrantes del Servicio, y cada quince días los sábados se realizaban asambleas de los profesionales donde se debatían diversos temas de interés que surgían de la cotidianeidad del trabajo. Como terapeutas éramos parte de un equipo que podía ser: Urgencias, Niños, Adolescentes, Adultos, Tercera Edad (PAMI), Familia, Pareja e Interconsultas.

Pertenecí al equipo de adultos junto a muchos colegas. Destaco mi trabajo conjunto con los Dres. Carlos Chernoff, Eduardo Minces, Sergio Rojtenberg, y otros.

Como parte del aprendizaje en el equipo de adultos, rotábamos en las distintas áreas de atención a pacientes. Ellas eran: Admisión, Atención Clínica Individual, Familia, Pareja, Urgencias, Interconsultas. Señalo que la participación de Psicólogos en los equipos era parte del quehacer cotidiano.

Lo novedoso de estas experiencias era la complementariedad del trabajo de los Psicólogos con los Médicos, ya que era obligatorio trabajar en duplas en Admisión, en Urgencias, en interconsultas y en los grupos terapéuticos. Ricardo nos enseñaba que todo paciente era agrupable mientras no se demuestre lo contrario impulsando la derivación de pacientes al área grupal, privilegiando el trabajo comunitario grupal a la par del tratamiento individual.

Además, recuerdo especialmente en el énfasis que ponía en señalar que dentro de la técnica analítica era fundamental, escuchar al paciente, preguntar antes que interpretar y establecer un diálogo de conversación para desplegar la historia del paciente en un marco de confianza y sostén terapéutico.

Realizamos informes diarios de los pacientes, y teníamos supervisiones semanales grupales del equipo y parte del objetivo para los jóvenes profesionales era recibir formación de muy buena calidad a cambio de trabajo.

El equipo de Médicos y Psicólogos era complementado en los casos de pacientes con trastornos más severos, con Musicoterapeutas que colaboraban en la rehabilitación de los mismos. Esto era también un aspecto innovador destacable del Servicio. Fue una hermosa y exigida experiencia, rescatando como resultado una valiosa formación profesional.

Hoy con más de 45 años de ejercicio como Psicóloga recuerdo con enorme gratitud a mi Maestro Dr. Ricardo Avenburg, por su generosidad en la transmisión de sus saberes, por el respeto a nuestro trabajo, su humanismo, como así también su enseñanza del amor y respeto por el paciente Su sabiduría, su persona y su calidez dejaron su huella imborrable en mí.

Revista Sinopsis

Snakes, 1969. M. Escher
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