Desde la Revista Sinopsis queremos compartir con los lectores este cuento del Dr. Carlos Repetto, escrito hace unos años pero que conserva su vigencia. Al final del cuento, pueden encontrar de donde fue transcrito.

"Los reducidores de cabezas "

Carlos Repetto

Hoy yo escuché que un señor le había puesto las manos una sobre otra sobre la cabeza de otro señor. Y que otro señor más había hecho lo mismo con otro señor y a una de sus manos le había agregado una cruz como para crucificarlo. Miré los rostros de quienes me contaron lo que me contaron, y recordé la historia de aquellos cuatro señores que jugaban a quién ponía las manos más rápido y definitivamente sobre la cabeza de los demás y los crucificaba. Son historias que corren por los dichos del mundo y se puede creerlas o no creerlas. Pero cuando hay días que uno empieza a sentir un peso sobre la cabeza, naturalmente tiende a mirar qué tiene por encima y si se encuentra a un señor que le está empujando con las manos la cabeza impidiéndole quizás pensar, es cuestión de tomarlo en serio y de no creer que son sólo dichos. Además de las manos y las cabezas, hay otras partes del cuerpo, y claro, todas empiezan como a encogerse y sobrevivir más apretadamente. Es un proceso de achicamiento progresivo, fiebre que ataca de las maneras más insospechadas y que enreda y enreda hasta convertirlo al humano en maraña de encogimientos.

De allí nacieron las historias de fantasmas, o de destinos truncos, o de malas suertes inquebrantables, y de cosas que son así, que han sido así toda la vida y que nada ni nadie puede cambiarlas. Pero no.

Hay manos y hay cabezas. Y hay manos que pretenden imponer la dificultad de pensamiento, memoria y otras cosas que se hacen con la cabeza. Y ha habido casos en que pocas manos han conseguido por diversos subterfugios apretar las cabezas de casi todos los que convivían en su misma época y con sus manos se hacían dueños de todas las cabezas que quisieran levantar cabeza. Hasta las voces de los apretujados comienzan a afinarse, y en lo apretujadores las voces se engolan y toman fuerza de trueno y todo lo que dicen se convierte en verdad por el solo hecho que ellos lo digan. Virtudes o beneficios que gozan los de manos apretadoras. Ser señores de verdad y de la verdad mientras los demás se andan como pueden, encogidos como monos, chillando y mascando las pulgas que les quedan para comer. Convertidos sus cuerpos en restos y rastros de huellas perdidas en otras épocas. Si se resucitaran sus parientes se asombrarían de verlos tan achicados y volverían a morirse seguramente. Hay otra secuencia del juego que consiste en aprender a levantar cabeza. Entonces se puede ver como en un circo humanizado que hasta las jirafas resucitan sus cabezas aplastadas, y los cuerpos se desencogen; ya las gentes no se conforman con comer sus propias pulgas, y los señores de las manos pesadas comienzan a sentir debilitados sus músculos y las cruces ya no les sirven para crucificar porque se convierten en símbolos de liberación de los aplastados.

Y los dedos de los aplastadores se resquebrajan en franjas inasibles, y lo que dicen ya no tiene voz de trueno, y se pierde por el desierto. Único lugar donde los reducidores de cabezas pueden cobijarse, tapando su historia negra entre la arena mortal.


Revista Sinopsis

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