Tratamiento ambulatorio intensivo (2019)

Federico Pavlovsky



El libro “Tratamiento ambulatorio intensivo” es fruto del trabajo del dispositivo Pavlovsky durante los últimos años, que ha ido consolidando una manera de trabajo con las adicciones inédita en nuestro medio.

El Dr Federico Pavlovsky abre su presentación en la Feria del libro con la pregunta: ¿En qué momento y por qué razón, más de tres generaciones de psicólogos y psiquiatras tomaron la decisión de "no atender pacientes con adicciones"? ¿Quién se supone que debería asistirlos? Es un cuestionamiento difícil en tiempos donde en casi todos los ámbitos académicos y sociales el tema no deja de generar debate. No se sabe a quién corresponde “encargarse” de la problemática, si al Estado, a las instituciones, al sistema de salud o a todos los estamentos sociales y con ellos a cada uno de nosotros. No sé sabe, pero se acusa y se rechaza al paciente con adicciones, dejándolo en un lugar marginal, reprochable en sí mismo porque no presenta alternativas de vida o lazo social.



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Si bien “en términos estadísticos, sólo un 10 % de las personas que han consumido drogas psicoactivas desarrollarán un cuadro de adicción” (1). El tema de las adicciones nos confronta a todos con nuestros estilos de vida. La adicción y el padecer están en dejar de ser funcional para una sociedad que exige el consumo y amplia constantemente la oferta en todos los sentidos. Existe una relación explícita entre los problemas con las sustancias psicoactivas y la sociedad capitalista, consumista en sí misma. “No se acalló el primer llanto y empezaron los consumos” dice Pavlovsky en el prólogo de su libro. consumo de artículos, comida, imágenes. Consumo de tiempo, energía y personas. El consumismo salvaje tiene como representación clara al consumidor de sustancias que además no solo es aquel que está en una Villa, en giras interminables, sino también, quienes dependen del alcohol o cigarrillo o comida para gratificarse, calmar la ansiedad o paliar la existencia.

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Los pacientes con consumo problemático de sustancias o adicciones padecen de “estigma”, término descrito por Goffman en el 1963, como una marca, una característica o atributo que se distingue de lo aceptado y/o esperado por la sociedad y que genera discriminación. Para ese tiempo ya se exponía y discutía el estigma de los tatuados, exconvictos, prostitutas y drogadictos, los márgenes de la sociedad y los marginados que quisiera la sociedad no ver. Actualmente el término de estigma se discute y se ha ampliado sus categorías, ahora sabemos que no sólo es la actitud de la sociedad ante el señalado con un atributo particular, sino el “autoestigma” que las personas sienten ante sus propias características y como eso no sólo los mantiene en el lugar ya mencionado de exclusión, sino que también les limita la ayuda.

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Pavlovsky menciona el estigma con los pacientes adictos y cómo los profesionales de la salud mental por años han mirado para otro lado cuando se trata de ellos; como muchos hospitales de Buenos Aires se niegan explícitamente a la atención de pacientes adictos, éstos escasamente logran encontrar profesionales y dispositivos que puedan hacer frente a su demanda. Tal como se presenta en la actualidad el problema es de salud pública; porque faltan recursos en los hospitales, pero también academia. Está demostrado que cuanta más distancia hay entre un paciente y el equipo de salud mayor dificultad hay para aprender a asistirlo.

El libro de Pavlovsky aparece en un tiempo en que se requieren estrategias para atender las adicciones, pero principalmente presenta en un lenguaje fresco y cercano lo que todos los profesionales tememos encontrar en la clínica y cómo desde la calidez humana y la confianza ese temor puede generar cambios radicales en los pronósticos de los pacientes. Los pacientes con problemas de consumo tienen estilos muy particulares de demanda y por lo tanto también requieren dispositivos diferentes a los que se encuentran, pacientes que muchas veces no son pacientes, sino que también están temerosos del contrato social que rompen todo el tiempo, de las características de la marginalidad y del desprecio de todos los espacios.

El libro de Federico Pavlovsky genera cuestionamientos acerca de cómo vemos la problemática de las adicciones, cómo ésta nos corresponde a todos y desarrolla temáticas que en medios académicos están vedadas, pero que son fundamentales como la voluntad, el sexo, el manejo del dinero, la disponibilidad de la sustancia y los colectivos consumidores. Se presenta como una luz en medio de la confusión y la hipocresía.

En la presentación del libro en la pasada Feria del Libro de la Ciudad de Buenos Aires (2019) se nos da una buena noticia, ya este libro es herramienta de estudio en varios espacios de asistencia de la Ciudad. Si no somos los profesionales en salud mental ¿quiénes pueden atender a los pacientes con problemas de consumo de sustancias? Si no nos formamos ¿cómo los asistimos? Si no aceptamos que la sustancia está y estará siempre disponible para nuestros pacientes ¿cómo los escuchamos? (D.B.)

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