"Cohabitar la diferencia. De la reforma psiquiátrica a la salud mental colectiva" de Manuel Desviat (2016)

Daniel Matusevich*

“Los detalles son las historias; son enigmáticas historias en miniatura.
Cuando nos vamos haciendo mayores, algunos detalles se desdibujan y otros, paradójicamente, se vuelven más vívidos.
Todos somos, en cierto modo, narradores y poetas internos, y reescribimos una y otra vez nuestros recuerdos”.

James Wood, 2016.

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"La vuelta al mundo", Valeria Mendizábal.

Vientos de cambio soplan en nuestra especialidad, etapas de crisis paradigmáticas en las cuales las hipótesis tambalean y los puntos de referencia se transforman en mojones borrosos; psiquiatría de "la transparencia" en la cual navegamos un mar de opiniones y prácticas, donde las grandes teorías son interpeladas de manera permanente. En tiempos como estos es imprescindible la aparición de autores que estén a la altura de las circunstancias, que sean capaces de dar cuenta de lo nuevo con una perspectiva histórica, clínica, psicológica, antropológica y filosófica. La muerte de los grandes relatos (biológico, psicopatológico, psicoanalítico) nos enfrenta a un escenario en el cual, siguiendo a Ortiz Lobo "la ética esta primero que las teorías", debido a lo circunstancial de casi todas las intervenciones: aquel fármaco prometedor hoy ya no se usa debido a que no cumplió su objetivo, este modelo de psicoterapia puntera paso al olvido, las largas internaciones psiquiátricas dan paso a procesos cada vez más breves, los pacientes y sus familias tienen voz y voto: un escenario en el cual es imperiosa la construcción de nuevas narrativas.

Conti (género), Huertas (historia cultural), Thomas (post psiquiatría), Colina (el saber delirante), Stagnaro (historia para el presente), Ortiz Lobo (psiquiatría crítica), Bracken (post psiquiatría), Álvarez (la otra psiquiatría), Levin (la psiquiatría en la encrucijada), Desviat (cohabitar la diferencia), Berrios (calibrar los síntomas), Sadler (psiquiatría basada en los valores) y otros han recogido el guante en diferentes latitudes y sus escritos hacen las veces de faros epistemológicos que nos permiten pensar los textos y los contextos de esta época, aceptando las contradicciones inherentes al campo pero evitando las falsas verdades que desnaturalizan la práctica.



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"El esfuerzo", Valeria Mendizábal


En esta ocasión hemos decidido reseñar : “Cohabitar la diferencia” de Manuel Desviat, texto que inaugura la colección Salud Mental Colectiva, debido a que creo que hace las veces de introducción a una serie de producciones muy interesantes originadas en España que son de gran utilidad para analizar el estado actual del panorama psiquiátrico contemporáneo.

Desviat se formó como psiquiatra en la Ciudad Sanitaria Provincial Francisco Franco y fue quien dirigió la transformación del Hospital Psiquiátrico Nacional de Leganés en el Instituto de Servicios de Salud Mental José Germain; coordinó y asesoró procesos de reforma psiquiátrica en España y en América Latina además de ser consultor temporal de la Organización Panamericana de Salud. Presidió la Asociación Española de Neuropsiquiatría, fundó la revista Psiquiatría Pública y dirige la colección la colección Salud mental colectiva de Editorial Grupo 5.

Este libro surge en el contexto de las movilizaciones que se dieron en España entre los años 2011 y 2013 en defensa de la sanidad (marea blanca), de la educación (marea verde), las luchas feministas (marea violeta), los desempleados y el trabajo social; inspirándose en Negri y Hart plantea un cambio radical del orden existente en la psiquiatría a partir de una “ multiplicidad social que consiga comunicarse y actuar en común conservando sus diferencias internas”, respetando las identidades de cada uno de los actores apuntando a construir movimientos donde confluyan iniciativas renovadoras que provoquen un impacto sensible en nuestra práctica.

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"Mapamundi", Valeria Mendizábal


Vale la pena detallar la pregunta que se formula Desviat en referencia a cuál es el estado actual de la clínica en nuestra especialidad: “…poderosos movimientos de usuarios la cuestionan. Los Basaglianos la colocan, provisionalmente, entre paréntesis. La psiquiatría hegemónica la niega en su reduccionismo biológico al prescindir de la subjetividad, de la semiología y de la psicopatología. Al igual que el cognitivismo más duro. Autores del movimiento de lucha antimanicomial, inmersos en la militancia sociopolítica, plantean que todo es clínica, pues ahora lo que hay que tratar es una sociedad enferma, donde predomina la alienación en todos los órdenes de la vida”. Creemos que tiene mucha vigencia el planteo de negar la clínica que no solo se da en la mal llamada psiquiatría biológica sino también en muchas practicas alternativas y en algunos sectores de la lucha antimanicomial que al idealizar la locura “ignoran el sufrimiento que la misma conlleva y, por tanto, su asistencia”.

Un pie de página necesario es reconocer que entre nosotros falta una lectura profunda y esclarecedora de la experiencia Bassagliana por un lado (“Rechazo de manera categórica la clasificación de antipsiquiatra. No me interesa este esquema. Yo soy un psiquiatra porque soy consciente de mis deberes; de no ser así debería cambiar de profesión.”.) y de las experiencias llevadas adelante en la lejana Finlandia que se conocen como “Diálogo Abierto” por el otro (“ Un equipo interdisciplinario encabezado por el profesor Jaakko Seikkula desarrolló en el municipio de Tornio un sistema que intentaba evitar el internamiento hospitalario y la medicación sistemática, mediante un programa de intervención rápida frente a las crisis, en el que prima el diálogo en encuentros abiertos, en los que se involucra la red familiar y social de los pacientes”) (Huertas, 2018).

La palabra antipsiquiatra es utilizada en nuestro contexto con demasiada levedad y quizás ampliar el espectro de lecturas podría permitir evitar ambigüedades y mejorar la comunicación entre colegas con diferentes miradas teóricas. Para despejar cualquier tipo de equívoco vale la pena volver a Huertas cuando plantea de manera muy atinada que “…tampoco podemos olvidar que la mitificación de la locura entraña un riesgo de apreciación. La figura del loco puede llegar a ejercer una gran fascinación al punto de llegar a considerársele un héroe contracultural, aquel capaz de no entrar en el juego de una sociedad alienante. Por muy crítico que se pueda ser con la sociedad de consumo o con el modo de producción capitalista, buscar este tipo de complicidades me parece tan frívolo como peligroso”. Para completar este panorama, el lector inquieto puede revisar la historia de Soteria, proyecto de investigación llevado adelante en los Estados Unidos por Loren Mosher (jefe entre 1968 y 1980 del Center for Studies of Schizophrenia, dependiente del National Institute of Mental Health) con el objeto de valorar los resultados de un modelo alternativo para el tratamiento de las psicosis agudas no hospitalario, no farmacológico y basado en el apoyo mutuo, el trato humano, y en una psicoterapia de corte existencial y fenomenológico.

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"El dentista ambulante", Valeria Mendizábal


Creemos que “Cohabitar la diferencia” podría llegar a ser un texto de referencia ya que en el conviven en equilibrio la mirada desde la psiquiatría y la mirada desde la Salud Mental, estableciendo diálogos, pero también marcando diferencias.

En esta línea queda planteada la pregunta acerca de cuál es el lugar que debe ocupar nuestra especialidad en estos tiempos de cambios vertiginosos y de escasas certezas: “…las prácticas "psi" vienen a completar el cuadro ofertando soluciones a los problemas de la convivencia, a la insatisfacción en el trabajo, a las dificultades en la alcoba, a la cada vez menos tolerada frustración….

La psiquiatría se introduce en el resquicio de la frustración social, invadiendo poco a poco la escuela, la vida familiar, la cama, los sueños. La sociedad nos exige no solo controlar la locura, el acto psicótico imprevisible, sino remedios eficaces para el malestar cotidiano. Nos exige, una vez más, hacer frente a sus males: toxicomanía, delincuencia. Psiquiatrizar el mal: violadores, torturadores, psicópatas”.

La inquietud que nos provocan estas líneas ya la hemos planteado en trabajos y comentarios anteriores y está relacionada no solo con la práctica sino también con el aprendizaje: creemos que aún no se ha construido una narrativa que dé cuenta de este estado de las cosas, de lo que implican la formación y el trabajo en tiempos en los cuales el sufrimiento está cada vez más medicalizado y las patologías actuales se relacionan con la impresión de insatisfacción permanente que padece nuestra sociedad (de consumidores).

La sensación de vacío está tomando el control de las consultas psiquiátricas desde hace ya bastante tiempo, ya que la imposibilidad de acercarse mínimamente al ideal que gobierna nuestros tiempos desemboca en anorexias, bulimias, toxicomanías, ansiedad y depresiones como las descriptas magistralmente por Mark Fisher.

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A lo largo de las páginas de Cohabitar, Desviat cuestiona insistentemente el sentido de la práctica psiquiátrica actual; hace una diferenciación que vale la pena consignar en referencia a los modelos clínicos posibles: “…existe una clínica oficial (la clínica - clínica), una clínica degradada y una clínica ampliada (clínica del sujeto). La clínica degradada sería aquella que está condicionada de una forma absoluta por determinantes empresariales o políticos que dificultan el libre albedrío de los médicos estableciendo importantes restricciones a su práctica. Estamos ante a una clínica degradada cuando el interés económico prevalece frente al del paciente, donde la lógica política y de poder se sobrepone a la razón de la cura o de la rehabilitación de las personas”.

La clínica académica actual se sostiene en un regreso a las ideas de Kraepelin (Neokraepelinismo, esto es “el viejo paradigma positivista adornado por toda una serie de gadgets tecnológicos”), de la clínica degradada no hay mucho más que decir y finalmente, si nos interesa agregar algo acerca de la clínica del sujeto: esta se construye sobre la base aportada por la psicopatología pero la trasciende ampliamente incorporando a todas las narrativas de los actores involucrados, intentando evitar prejuicios y reduccionismos de cualquier signo; entiende que el dato sin interpretación carece de valor alguno y como dice Ortiz Lobo “…el método científico, como un conjunto de procedimientos, normas, estructuras e instituciones es resbaladizo y permite una variabilidad considerable en la elección de los problemas seleccionados, paradigmas, percepciones, ajustes metodológicos y posibilidades interpretativas. Quienes hacen la ciencia son personas, no un método científico abstracto, y estas tienen intereses variados, puntos ciegos y relaciones de poder que afectan definitivamente a los productos de la ciencia. El resultado de todas estas elecciones humanas en la ciencia es que el sesgo en los resultados científicos es muy alto”.

Hay más para comentar, pero considero que estas líneas dan una idea general acerca de que va el texto. Más que una reseña hemos delineado una serie de reflexiones a partir de la obra de Manuel Desviat que esperamos hayan despertado el interés de al menos una parte de los lectores; nuestra ambición no tan secreta es que esta glosa sirva como puente para cruzar a la obra de un autor prolífico, profundo y sobre todo comprometido con el tiempo en el que le toca vivir.

* Daniel Matusevich
Médico Psiquiatra.


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