Cuidado en tiempos de COVID-19. Salud mental como parte del equipo de protección.

María Sol Gómez Paduano,
Médica Psiquiatra, Coordinadora del Equipo Itinerante del Hospital de Agudos Dr. Teodoro Álvarez.
msgomezpaduano@gmail.com
Guillermina Gutiérrez,
Lic. en Psicología, Coordinadora del Equipo Itinerante del Hospital de Agudos Dr. Teodoro Álvarez.
gutierrezguillermina@hotmail.com
Amanda Calderón, Lic. en Psicología, Hospital de Agudos Dr. Teodoro Álvarez.
acalderonbonora@gmail.com
Juan Carlos Castellanos,
Médico Psiquiatra, Hospital de Agudos Dr. Teodoro Álvarez.
juancarloscastellanos@hotmail.com
Silvina Ester
Lic. en Psicología, Hospital de Agudos Dr. Teodoro Álvarez.
sil.ester208@gmail.com
Silvina Fiori,
Lic. en Psicología, Hospital de Agudos Dr. Teodoro Álvarez.
silvina.fiori@gmail.com
Gabriela Greggio
Lic. en Psicología, Hospital de Agudos Dr. Teodoro Álvarez.
gabrielagreggio@gmail.com
Cynthia Giordanengo,
Lic. en Psicología, Hospital de Agudos Dr. Teodoro Álvarez.
cynthiagiordi@yahoo.com
Melina Penna,
Médica Psiquiatra, Hospital de Agudos Dr. Teodoro Álvarez.
pennamelina@gmail.com


Resumen
¿Cómo ejercemos los profesionales de la salud nuestra habitual tarea de cuidar en medio de las condiciones que impone la pandemia por Covid-19? ¿Qué nuevos sentidos tiene esta tarea en la actualidad?
El Equipo Itinerante de Salud Mental se conforma a partir de estos interrogantes, como dispositivo de intervención, interdisciplinario y de abordaje grupal, dirigido al personal de salud en un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires. Pretendemos compartir aquí trazos de una experiencia actual, efectuándose al compás de esta escritura colectiva.
Nos interesa ubicar la tarea del Equipo Itinerante de Salud Mental como el “trabajo de cuidar”, y, reflexivamente, el trabajo de cuidar a los que trabajan cuidando. Revalorizamos el cuidado como nuevo ordenador social y la ternura como posición ética que habilita el cuidar, ser cuidado y cuidarse, suministrando buen trato y contrarrestando el desamparo.
Palabras claves: Covid-19 - Equipo Itinerante de Salud Mental - Cuidados - Ternura

Care in times of COVID-19.Mental Health as part of the Protective Equipment
Abstract

How do health professionals exercise our usual task of caring in the midst of the conditions imposed by the Covid-19 pandemic? What new meanings does this task have today?
The Mental Health Itinerant Team is made up of these questions, as an intervention, interdisciplinary and group approach device, aimed at health personnel in a public hospital in the City of Buenos Aires. We intend to share here traces of a current experience, taking place along with this collective writing.
We are interested in locating the task of the Mental Health Itinerant Team as the "job of caring", and, reflexively, the job of caring for those who work caring. We revalue care as a new social organizer and tenderness as an ethical position that enables caring, being cared for and caring for oneself, providing good treatment and counteracting helplessness.

Keywords:Covid-19 - Itinerant Mental Health Team - Care – Tenderness

Revista Sinopsis


Nico Boixader. Los caminos de la pandemia. Tecnica tinta y coloreado digital.2020

“En tiempos de incertidumbre y desesperanza, es imprescindible gestar
proyectos colectivos desde donde planificar la esperanza junto a otros”
Enrique Pichon-Rivière

Introducción: Pre- COVID. Los antecedentes

A mediados del 2019 (parece que fue hace tanto…), nos encontrábamos en el hospital sin alegría y con decepción. De fondo, la maquinaria institucional con su inercia absorbía la tarea casi por completo, y junto a ella, las ganas de trabajar y formarse en lo que elegimos y donde optamos por hacerlo. La posibilidad de juntarnos (un grupo de psicólogxs y psiquiatrxas ex residentes/concurrentes, ahora “de planta”) alrededor de una tarea conjunta era difícil por pertenecer a diferentes áreas dentro del Servicio de Salud Mental (Infantojuvenil, Urgencia, Consultorios Externos, Interconsulta y Sala de Internación). Comenzamos a reflexionar sobre cómo cuidarnos entre nosotros. Fue así que la idea de cuidados hizo comunidad: ¿Cómo cuidar a los que cuidan? ¿Cómo cuidar, ser cuidado y cuidarse?
El contraste era significativo: nos unía la amistad y el compromiso con la salud pública, pero también un malestar que no podíamos definir. Un malestar que podría resumirse con una sensación de descuido que es previa a la pandemia de COVID. Podríamos decir que con la pandemia se resignificó.
Nuestro malestar en la institución tenía que ver con eso: la falta de cuidados. Y queríamos hacer algo. El malestar no era privativo de nuestro grupo. Nos preguntábamos cómo podríamos llegar a otros profesionales de la salud de nuestro hospital que estuvieran atravesando una situación similar...

Conformación de un Equipo: La Pandemia

Entre causas y azares, mientras el equipo se afianzaba cada vez más en torno a la tarea del cuidar, surge la emergencia sanitaria por la pandemia de Covid-19.
A causa de esta, se generaron grandes cambios a nivel mundial que trastocaron los sentidos que hasta ahora sostenían nuestra cotidianeidad. Algo sin precedentes, que sorprendió en todos los niveles. Imágenes propias de la ciencia ficción.
La salud pública quedó expuesta y la falta de inversión gubernamental en ella: el presidente de Francia, Emmanuel Macron, llegó a decir que “La Salud gratuita, así como el Estado de Bienestar, no son costos o cargas, sino bienes preciosos (...) Y que deben estar fuera de las leyes del mercado”2. El significante cuidado se instaló en el centro de la escena: prioritariamente, es el sistema de salud el que necesita ser cuidado. Ese que fue ignorado, desestimado, poco valorado, es ahora al que se hace necesario cuidar.
Desde el inicio del nuevo milenio la “gran cuestión” de los cuidados viene haciéndose lugar en la agenda pública internacional y nacional (Pautassi, 2008, p. 175). Trascartón, en el escenario sui géneris actual, cobraron la evidencia de una necesidad impostergable y una centralidad que nunca antes tuvieron.
Las tareas relativas al cuidado son tan antiguas como la humanidad misma, correlato de la precariedad de la vida, especialmente en la infancia y la vejez. Sin embargo, su configuración como campo de investigación y conocimiento es reciente3.
Entendemos al cuidado, de manera amplia, como la gestión cotidiana del bienestar propio y ajeno (Durán, 2018, p. 24). Dada su naturaleza multidimensional y transversal a los distintos planos de lo social, necesitamos precisar la configuración singular de la tarea de cuidados que aquí nos convoca.
Nos importa establecer esta particularidad que se da en la intersección entre trabajo y cuidados. Hablamos del “trabajo de cuidar”, y, reflexivamente, el trabajo de cuidar a los que trabajan cuidando.
La situación de cuidados que aquí nos interesa está enmarcada en la emergencia sanitaria por la pandemia de Covid-19, tiene lugar en un hospital general de agudos del sector público de la salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, e involucra al personal de salud en general: profesional, técnico, administrativo, maestranza, limpieza y mantenimiento.

En este escenario todos los servicios de atención del hospital se vieron afectados. Los hospitales comenzaron a priorizar la asistencia de pacientes con Covid-19, reduciendo las atenciones de casi todas las especialidades a las urgencias. La tarea diaria se vió modificada casi por completo de la noche a la mañana. La calma previa del tsunami nos envolvió en un tiempo preparatorio para afrontar la pandemia, plagado de miedo e incertidumbre, generando un impacto estruendoso sobre lo individual, vincular y grupal.

Puesta en marcha del Equipo Itinerante

¿Cómo ejercemos los profesionales de la salud nuestra habitual tarea de cuidar en medio de las restricciones al contacto que impone la pandemia por Covid-19? ¿Qué nuevos sentidos tiene esta tarea en la actualidad? ¿Como desde el aislamiento generar espacios de encuentro y cuidado?
El Equipo Itinerante de Salud Mental que conformamos está integrado por psicólogxs y psiquiatras, está dirigido al personal de primera línea de respuesta en situación de Emergencia Sanitaria por COVID-19 en el marco de un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires, surge desde estas preguntas como un novedoso y paradójico modo de articular cuidado y aislamiento. Creemos que el aislamiento en absoluto es social: por el contrario, vemos en proceso de construcción un sentido inédito del cuidado como nuevo ordenador social.
Pretendemos compartir aquí trazos de una experiencia viva, actualmente en proceso y al compás de esta escritura colectiva.
Movidos por estas preguntas e inquietudes fue como comenzamos a recorrer activamente los diferentes servicios, preguntando al personal de salud qué necesita y cómo se encuentra, y ofreciendo un abordaje grupal interdisciplinario, un espacio grupal para escuchar cómo están, cuáles son las dificultades en este escenario cambiante.
¿Porque itinerar? En un contexto de aislamiento y desorganización el movimiento propositivo de salir a, circular, recorrer el hospital, acercarse a, cobra sentido. La itinerancia del equipo va trazando la “cartografía”. La idea de cartografía (Guattari, 2000) es lo suficientemente dinámica para reflejar las vertiginosas transformaciones de la realidad actual, y al mismo tiempo nos permite ubicar las coordenadas que orientan la itinerancia y el trazado in situ de las redes que van conformándose en ese recorrido4.

Revista Sinopsis
Maria Nathan. ESCAPE. Monotipo (ejemplar único) sobre papel Arches con trabajo de colores sobre mezzotinta,
impreso en 2019. Taller personal, Paris. Firmado abajo, a la derecha.


Modo de abordaje

Entre compañeros y conocidos de otros servicios empezamos a difundir la propuesta del Equipo Itinerante, que básicamente consiste en convenir un tiempo y espacio de encuentro con los grupos de trabajo que se organizan por sectores del hospital y conversar sobre cómo están transitando la emergencia sanitaria. La cantidad de profesionales a intervenir en cada grupo es definida en función de la cantidad de participantes del mismo, en los grupos más numerosos (en los cuales puede haber alrededor de 20 participantes) concurre un grupo de 4 o 5 profesionales, algunos designados como coordinadores, y otros como observadores. En otros grupos más reducidos nos manejamos con 2 o 3 coordinadores. La función de observador silencioso nos es muy útil a la hora de poder escuchar y pensar las múltiples voces y líneas que surgen en grupo numeroso y que participa por momentos acaloradamente del espacio. Es una función de cronista que permite luego reconstruir lo sucedido.
Así fue como poco a poco comenzamos a recibir pedidos de intervenciones de diversos sectores a partir del boca a boca, pero también salimos activamente a buscar otros sectores del hospital: especialmente los de la primera línea de respuesta. El primer contacto solemos realizarlo con los jefes o coordinadores. La experiencia nos enseñó la importancia de que ellos habiliten el tiempo para que la intervención sea posible.
El espacio físico en el que transcurren los encuentros es una cuestión nada menor en este contexto. Privilegiamos los jardines, la playa de estacionamiento o lugares amplios y ventilados del hospital para poder juntarnos manteniendo el metro y medio de distancia, porque el cuidado se sostiene en acto también. No sólo los espacios se vieron transformados, los cuerpos también: ahora con barbijos y máscaras, que dificultan reconocer quién está detrás de ellos portando los gestos simples de una sonrisa o aflicción.
Lo cierto es que, a las pocas semanas de haber comenzado, nos sorprendió la convocatoria, el interés, las muestras de agradecimiento. El acto de acercarnos, de preguntar cómo están, qué necesitan, ejerció un efecto por sí mismo, así como también posibilitó la realización de un diagnóstico de situación.
Al día de hoy hemos realizado intervenciones en servicios como clínica médica, división radiodiagnóstico, equipos de guardia externa, servicio de odontología, de infectología, hemoterapia, enfermería de diferentes servicios, residencias, laboratorio, unidad de cuidados intensivos, limpieza, nutrición, etc.
A medida que íbamos escuchando a los diferentes grupos de trabajo se iban delineando algunas líneas de intervención. Algunas temáticas se repiten de un grupo a otro: el cambio en la tarea, los protocolos, la necesidad de un sostén, los miedos. También aparecen quejas, reclamos, conflictos. Dentro de lo que se repite, también aparece la singularidad: cómo cada grupo responde, qué recursos tiene, cómo gestiona los conflictos, la relación con su jefe/coordinador.
Así vamos delineando para cada grupo las líneas de intervención.

Líneas de Intervención

  • Cambios en la Tarea
Finales de marzo, principios de abril. El escenario es vertiginoso, con una temporalidad difícil de seguir y procesar. Las escenas se suceden rápidamente. La pandemia nos envuelve en un movimiento agobiante. Parece no ser posible otra escena: todo es COVID.
Las directivas resultan poco claras o insuficientes, generando incertidumbre y malestar en los profesionales. Infoxicación, o sea, intoxicación de información informe y desordenada.
En la etapa inicial de la cuarentena, muchos servicios suspendieron sus tareas habituales, sin ser reasignados a otras nuevas. Esto suscitó distintas reacciones entre los profesionales: en aquellos casos donde la tarea se vio interrumpida, apareció una sensación de ansiedad asociada a una “espera improductiva”. La etapa preparatoria como tiempo anterior al “pico” que no se tenía certeza sobre cuándo y cómo llegaría, despertó fantasías, miedos y angustias.
Para algunos, la ocupación del tiempo se tornó en un problema que se potenciaba con el miedo de la catástrofe por venir: "Estamos en la trinchera esperando que caiga la bomba...", “...preparándonos para lo peor...”, pero ¿qué es lo peor? Desorientación y sentimientos de inutilidad tras verse cuestionada su identidad profesional: “¿Qué me van a mandar a hacer?”, “¿A dónde me van a mandar?”.
En cambio, otros servicios, estuvieron en contacto desde un principio con los llamados “casos sospechosos”. Esta mayor cercanía con la amenaza que el Covid representa, trajo aparejadas diversas respuestas. A las ya mencionadas se agregaron: preocupación por la provisión de elementos de protección personal (cuánto y cómo hay que cuidarse, escasez de recursos versus el uso racional del mismo); tensiones y conflictos entre compañeros: los que se cuidan de más (“malgastando el recurso”), los que se cuidan de menos (¿Negligencia? ¿Viejos hábitos que es difícil desarmar de un día para el otro?). Los grupos en los que estaba habilitada la circulación del miedo y en los que no (circulaba la idea de que no era posible trabajar con miedo, y que sino mejor irse), otros que lo depositaban por fuera (quejas hacia los otros: el otro no me cuida, el otro no quiere hacer su trabajo), dificultad de articulación o colaboración entre equipos involucrados en la atención o para responder ante el dinamismo de la situación, con vivencias de desorganización.
  • Sostén
A partir de lo escuchado en los diversos equipos, podríamos afirmar que frente a lo incierto y angustiante de la situación, se hace presente la necesidad de un otro que sostenga al trabajador en su práctica diaria. Que sostenga con su presencia, con su interés, con su mirada y con decisiones (especialmente en quienes ocupan el cargo de coordinadores). Nos referimos, por ejemplo, a enunciados tales como “sin los EPP no voy a mandar a nadie a atender un paciente” o “si no hay EPP, no se hace el hisopado”. Podríamos decir que los encuentros semanales con cada grupo fueron los posibilitadores de estos enunciados. Este otro puede tomar la forma de un jefe o coordinador, pero también puede ser un par, un compañero, que acompañe a ver al paciente del otro lado del vidrio supervisando la colocación del EPP o que piense conmigo la toma de una decisión.
Poder identificar, reposicionar o reasignar en cada grupo quien o quienes ejercen esas figuras de sostén o quienes pueden hacerlo es otra de las intervenciones realizadas. En este sentido, apuntamos a que los participantes puedan constituirse como equipo de trabajo, tal como lo entiende Alejandra Barcala (2015), es decir, como un conjunto de personas que logra acompañar y acompañarse en una situación compleja que para uno sería insoportable, constituyéndose como colectivo de sostén.

Revista Sinopsis
Maria Nathan. RESIGNATION. Grabado sobre madera, en tres diferentes bloques para tres colores.
Papél Fabriano Única. Tercer tiraje de una serie de diez.
Impreso en los talleres de Art Academy Londres, en 2019. Firmado abajo, a la derecha.


  • Protocolos
En los inicios, a medida que escuchábamos a los distintos equipos de trabajo, veíamos cómo se multiplicaban las dudas sobre las medidas de protección que había que tomar en la asistencia. Estallidos de enojo e impotencia por los elementos de protección personal. ¿Son suficientes... para evitar enfermarnos? Pregunta que persiste e insiste.
Los protocolos ordenan, estandarizan la práctica, relevan al profesional de tener que tomar una decisión al mismo tiempo de ponerla en acto, alguien ya lo pensó y por fuera de la escena. Tranquilizan: no todo es incierto, dan algunas respuestas claras. Pero también, en una situación como esta, se revelan más insuficientes que nunca, cambiantes, plagados de zonas grises y lagunas. Esto puede provocar enojo, frustración, demanda querellante de más y mejores protocolos. Así mismo, apuntan a reducir la probabilidad del contagio, pero no ofrecen garantías. La falta de garantías genera angustia. En nuestras intervenciones vimos como esa angustia muchas veces se traduce en enojo y reclamos de más elementos de protección. También, sensación de vulnerabilidad, impotencia y tristeza.
El señalamiento de estas cuestiones puede funcionar como mojón que ordena el malestar, lo encausa, lo diferencia: lo que se puede solucionar/ pedir/ gestionar, de lo que no se puede eliminar: el riesgo, la angustia de la falta de garantías.
  • Anticipación y gestión colectiva de conflictos
La elevación de una queja o un pedido explícito puede ser en muchos casos para un grupo de trabajo una vía de canalización del conflicto; en otros, las intervenciones apuntaron a la gestión colectiva de soluciones, acuerdos, planes de acción ante las diferentes eventualidades o en las llamadas zonas grises de los protocolos: ¿Qué hacer si no tienen los elementos de protección? ¿Cómo van a cuidarse ante la dificultad de definir, en muchos casos, si un paciente entra en la categoría de “sospechoso”? ¿Qué harían si ustedes presentan síntomas compatibles con COVID? ¿Cómo se organizarían a nivel familiar?
La percepción de que el equipo tiene recursos, modos de hacer con los conflictos (hay particularidades de su tarea que solo ellos conocen y ese saber les brinda la mejor herramienta para construir posibles respuestas), brinda la sensación de que no todo es incontrolable, muchas veces se trata de autorizarlos a tomar decisiones, al mismo tiempo que ese movimiento los aleja de la queja improductiva o de la espera angustiosa de protocolos/directivas/ decisiones que no llegan ni llegarán.
  • Afectos: el miedo
El miedo es el axioma. Miedo al contagio. Miedo a no poder evitarlo. Miedo a no poder cuidar al otro: paciente, colega, familia.
¿Qué hacemos con el miedo? Parece que también es contagioso. Se abre todo el espectro entre quedar expuesto en nuestra vulnerabilidad y la más tajante censura.
Miedo que paraliza o impulsa. También expulsa: “...el que tiene miedo, que se dedique a otra cosa”. Una combinación de dependencia y desconfianza permitió que "si te cuidás, me cuidás". Desconfianza ¿Me cuidás?
Una intervención que incide directamente en el clima de un grupo de trabajo tiene que ver con normalizar, habilitar determinadas emociones y reacciones que muchas veces aparecen desde determinados discursos (el médico como héroe) negadas, silenciadas o directamente sancionadas. Se puede tener miedo, es esperable tenerlo, incluso es acorde a la situación, y no implica per se que la realización de la tarea se vea afectada. Tampoco tiene que ver con no estar capacitado o bien formado. Habilitar el miedo, visibilizarlo, nombrarlo, hacerlo circular, porque no todos tememos a lo mismo. El miedo al contagio, el miedo a la enfermedad de los familiares, el miedo a la muerte y en soledad, el miedo a lo desconocido, el miedo al desborde. Los miedos. ¿Se trata de catársis? En parte sí, pero además la circulación y habilitación del miedo en un grupo evita que lo no dicho o silenciado, se actúe (cuidarse de más, toma de decisiones desde el miedo, reacciones de huida, abandono de la tarea, accidentes) o se sintomatice. Al mismo tiempo hablar de los miedos posibilita despejar y acotar fantasías, desarmar escenas temidas que se presentan muchas veces en el imaginario como sin salida. Esto tiene un claro efecto de disminución del temor y de la angustia.
El miedo tiene, a nivel biológico, una función protectora que nos hace ser precavidos y cautos. Perder el miedo puede llevar a una excesiva relajación en el cuidado. Por el contrario, el miedo puede volverse pánico, parálisis, incapacidad de realizar la tarea y elevado sufrimiento individual. Muchas veces son los propios compañeros los que encarnan un discurso que sanciona el miedo (“Si tenés miedo andate” o la burla al que teme), también la melancolización y sensación de desesperanza ("todos nos vamos a enfermar, el sistema va a colapsar, si me enfermo me muero") es un modo de actuar lo silenciado, lo no tramitado.
Hablar del miedo y de otras típicas respuestas frente a la situación (hiperactividad, insomnio, irritabilidad, labilidad emocional, etc.) genera alivio, no es lo mismo tener miedo solo y en silencio, que acompañado.
Podemos decir que trabajamos en una doble temporalidad, por un lado en el aquí y ahora de la situación, lo que permite acotar viejos conflictos , y por otro, en una dimensión futura cercana, ubicando la importancia de la planificación, de la anticipación (armado de planes de acción, acuerdos)
.
  • Las figuras claves
En nuestro dispositivo también acompañamos a aquellos profesionales encargados de capacitar, asesorar y dirigir al resto del personal de salud.
Jefes, coordinadores, especialistas, muchas veces depositarios no responsables de todos los enojos, frustraciones y fallas de la institución.
Resaltamos la importancia de la comunicación y el manejo de la información, cómo se transmiten las directivas, cómo se acompaña a los profesionales.
Figuras claves en el armado y gestión de la estrategia de atención del COVID, muchas veces sobrepasadas por la enormidad de la tarea.
¿Cómo hacer para que la vida no quede infectada al 100 por ciento? ¿En quién descansan ellos, quién los escucha? ¿A qué temen? ¿Se puede apagar el teléfono, pueden repartir la tarea, con quién hacen equipo? ¿Quién los cuida a ellos?
En este recorrido hemos escuchado con emoción a jefes y coordinadores preocupados y ocupados en su función de cuidar a su equipo “me siento responsable, como una madre” “yo los tengo que defender, sino no lo hace nadie” , atentos a la situación particular de cada uno de los miembros de su equipo (cuestiones de salud, familiares, etc). Hemos intentado acompañarlos, escucharlos y autorizarlos en esta tarea difícil y que puede tornarse solitaria. En algunos casos las intervenciones han sido de algunos encuentros (2 o 3) que han permitido reubicar algunas de estas cuestiones, en otros grupos se han instalados encuentros semanales que continúan actualmente. No hay un tiempo o cantidad de encuentros prefijados con anterioridad, eso se va definiendo de acuerdo al recorrido de cada grupo. Esto también tiene correspondencia con el dinamismo de la situación.
En esta itinerancia, un enunciado se nos reveló como necesario a lo largo de las intervenciones: el cuidado de la salud mental de los trabajadores debe ser parte del equipo de protección personal. Esto orienta las intervenciones.
  • La ternura como posición ética
Frente a la perplejidad, el temor y el malestar, las respuestas del Otro institucional parecen no alcanzar para brindar seguridad y tranquilidad, sumiendo a los equipos de trabajo en vivencias de desamparo.
El desamparo está vinculado a la invalidez simbólica y material . ¿Y cómo no estarlo frente a una situación donde, por momentos, los sentidos parecen no poder contrarrestar la incertidumbre en juego? En esta línea, Fernando Ulloa plantea que el desamparo implica estar en una situación donde para sobrevivir se depende de un otro que maltrata o se destrata, sin posibilidad alguna de apelación a una instancia tercera que permita una mediación o distancia posible.
Frente al desamparo, el autor propone la ternura como instancia ética, fundadora de la condición humana. Su arquetipo es la crianza. Implica, por un lado, la empatía como suministro de cuidados simbólicos y materiales que brindan sostén a un sujeto; por otro, el miramiento, el mirar con amoroso interés, que es germen y garante de la autonomía.
Entre otros aspectos, los suministros de ternura provistos por un Otro encarnado permiten adquirir la convicción de un buen trato, a la par que instala la confianza en la capacidad propia de demandar y obtenerlo.
En tal sentido, la ternura, como posicionamiento ético decidido del dispositivo, permite el despliegue de una escucha y un decir que ampara, que habilita, entre otras cosas, el cuidado, el ser cuidado y el autocuidado, y la posibilidad de demandarlo.
El dispositivo al mismo tiempo escucha y aloja con empatía a nuestros propios compañeros, intenta alojar y soportar en cuerpo los miedos y angustias. Un dispositivo que además se dispone como instancia tercera de apelación, un otro espacio por fuera de la realización de la tarea donde pensarse y repensarse. En una situación en la cual el sentido que orientaba la tarea se ha caído por completo, es fundamental un espacio que permita amalgamar hacer y pensar: instituir una praxis. Pensar y hacer potenciándose.
Un lugar tercero en la relación Otro (Jefe, institución, tarea) -trabajador. Muchos equipos de trabajo no suelen contar con un espacio de estas características, más bien están habituados a un hacer frenético que no da lugar al intercambio o a espacios de reflexión sobre la tarea.

Concluyendo de donde partimos: los cuidados
Decíamos, una de las particularidades de la tarea que nos convoca aquí y ahora, es la composición particular entre trabajo y cuidado que realiza.
Nuestra intención es problematizar los aspectos que intervienen en la construcción institucional y social del sentido y las prácticas de cuidado. Ahora, en tiempos de pandemia, pero más allá, también.
A contramano del modelo médico hegemónico, y porque entendemos a la salud de una manera integral, ubicamos a la Salud Mental en la primera línea de respuesta y los cuidados como parte del equipo de protección personal.
Nosotros mismos, como equipo, estamos transitando las incertidumbres, miedos y angustias que escuchamos en otros grupos. Nos hemos ido conformando al compás de cuidarnos nosotros mismos.
Premisa ética de la ternura, de asumirnos vulnerables y parte de una comunidad, romper asimetrías y binarismos proveer/recibir cuidados. Médico-paciente.
Las condiciones de trabajo condicionan la capacidad para generar cuidados de calidad. Visibilizar y replantear en qué condiciones trabajamos cuidando es parte de la tarea. Todxs necesitamos cuidados, por tanto, es una corresponsabilidad. Esa es nuestra apuesta.

Bibliografía:

Referencias:

2 https://laciudadrevista.com/covid-macron-reconoce-que-salud-publica-debe-estar-fuera-del-mercado/.
3Los factores que han pugnado por la formalización del cuidado como campo de investigación y conocimiento son, básicamente, dos: el agotamiento en las formas tradicionales de la provisión de los cuidados debido a los cambios sociodemográficos a nivel mundial en las últimas décadas, resultado de un sustancial aumento de la población envejecida y de la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo; al mismo tiempo y solidario a éste último, los feminismos y los estudios de género han visibilizado las tareas de cuidado como aquel trabajo reproductivo cuya carga ha sido históricamente asumida por las mujeres. La distribución sexual del trabajo ha sido sinérgica a la desigualdades de género: se configuró en torno a la esfera pública y privada, asignadas respectivamente a lo femenino y lo masculino. La esfera familiar se corresponde con las tareas de cuidado, invisibilizadas como trabajo, por tanto no remuneradas y desprestigiadas respecto de una esfera pública, del mercado laboral formal y remunerado.
4Itinerancia es un concepto que, en el campo de las telecomunicaciones, significa que alguien puede desplazarse e ir haciendo uso de distintas redes para realizar un llamado. Acaso, en esta ocasión se trate de una itinerancia que va creando las redes mismas, potenciando algunas ya existentes o acercando otras alejadas, para que transforme un llamado acontezca.

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